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lunes, 7 de septiembre de 2009

El Farol


Encontre este "cuento" (en realidad no se lo que es) entre los archivos de mi pc. Recuerdo que lo escribi como una tarea para un Taller Literario y que por culpa de que la fotocopiadora estaba cerrada, no lo pudieron leer. Supongo que era un "aviso del destino" que tal vez la historia era demasiado mala y no debia ser leida o que "estaba adelantada a su tiempo" XDDD.

La forma en que esta escrita es siguiendo el estilo de los songfic (fanfic que en su narracion incluyen la letra de una cancion) y la cancion que utilice fue Die Alive de Tarja Turunen, cuya letra, en la historia cobra un sentido totalmente diferente al que supongo, Tarja queria darle en la cancion... Y con esas aclaraciones, aqui el "cuento".

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El Farol

Abre la noche
Guíate solo por el sentimiento
Todo alrededor tiene luz
Todo está sanando

Era una oscura tarde de verano cuando ella salía de clases. No había nadie a su alrededor y eso la asustó por unos momentos, debido a que no tenía como volver a su casa. Pero aun así el miedo no pudo amilanar su ansiedad. Ella sabía, o mas bien ella tenía una pequeña certeza de que él estaría allí, como la primera y última vez que lo vio, tan misterioso, tan distante, como una visión, una alucinación.

Cruzó la calle para sentarse a esperar… lo que fuera, algo que la llevara a su casa, una cara amiga, un joven misterioso. El mundo le ofrecía miles de posibilidades y aunque ella deseaba solo una de esas, su certeza iba disminuyendo a medida que los postes de luz se iban encendiendo uno a uno. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde. Eso era lo que se repetía constantemente a si misma para darse ánimos, mientras el viento nocturno mecía sus rubios cabellos.

No más fe y no más misterio
Así como el tiempo se cae lejos
Yo vivo mis días
Cada momento y la memoria
No sólo sobrevivir, morir vivo.

Fue entonces cuando un cambio en la iluminación de la calle llamó su atención. Luego un sonido musical y finalmente la culminación de sus deseos. Él estaba allí y ella sonrió. Entonces comenzó la laboriosa tarea de pensar como demonios empezar una conversación, ella no tenía experiencia socializando con personas desconocidas y maldijo en su interior no tener la personalidad de su mejor amiga que era una experta en esos temas.

Él seguía allí, de pie, sin moverse. El viento mecía la misteriosa capa que cubría su cuerpo y movía un poco el apoteósico sombrero que llevaba puesto en su cabeza. Aquello era lo que más le llamaba la atención a ella, su vestimenta. Pensaba que una persona debía de tener demasiada personalidad o estar lo suficientemente loco como para pasease así por la ciudad, y de solo imaginarse la escena le hizo soltar una leve risita. En su mente iba imaginándose miles de formas y excusas para tratar de hablar con él, cada una mas osada que la anterior, hasta que un antiguo recuerdo hizo clic en su cerebro y se decanto por aquella posibilidad.

El amor que aplasta
El cielo simplemente es un sentimiento
Cantando en mi sangre
Impidiéndome arrodillarse

-¿Puedes decirme la hora por favor?- Preguntaba una chica con uniforme escolar a un joven que esperaba locomoción en un paradero, apoyado en un poste de la luz.
-Son las 7:30- Le respondió él, luego de mirar su muñeca derecha. La chica asintió en forma de agradecimiento. Unos momentos después la chica volvió a hablar.

-Disculpa, ¿Tú estudias en la Universidad?-Preguntó, aunque su tono de voz, y bueno, también su expresión denotaban que aquello era un intento por comenzar una conversación. El joven algo fastidiado asintió mostrando los cuadernos que llevaba. Ella solo exclamó un ¡OH! sin ganas y un tanto sonrojada se volteó a mirar por la calle, deseando con todo su ser que su locomoción apareciera.

Había planeado aquello por días. Lo que le diría, la conversación que tendrían. La ropa que ella usaría (su uniforme limpio y recién planchado), todo, imaginando un final idílico en donde con una simple pregunta inicial se le abrirían las puertas del corazón del objeto de su afecto. Pero no fue así. Había olvidado un pequeño detalle, no toda la gente sigue una conversación con un extraño…

No más fe y no más misterio
Así como el tiempo se cae lejos
Yo vivo mis días
Cada momento y la memoria
No sólo sobrevivir para morir vivo

Se puso de pie mientras se acomodaba el bolso. Pensaba en lo complicado que era todo esto y a la vez tan simple, era solo una pregunta, una inocente pregunta y al menos tendría el placer de escuchar su voz, de verlo mas de cerca y decidir si realmente el sentimiento que la apretaba por dentro y que la hacía sentir que podría morir y renacer al mismo tiempo era amor, o simplemente una ilusión.

Comenzó a caminar acercándose cada vez más al poste de luz. Su corazón comenzó a palpitar a mil por hora y no podía evitar el temblor en sus manos. “Esta vez si resultara”, “esta vez si” se decía a si misma como si de un mantra se tratase, para poder calmar sus nervios. Hasta que un haz más fuerte de luz la sacó de su ensimismamiento y se percató de que había llegado al poste de luz. El estaba allí, con su capa y sombrero que se mecían al viento. La observaba con curiosidad.

Muere vivo

-Disculpe ¿Me podría decir la hora… por favor?- Preguntó ella titubeante. Al estar frente a él, pudo notar el azul de sus ojos iluminados por la poca luz del farol.

Él con una sonrisa se acercó a ella y para su sorpresa le agarró con suavidad su brazo izquierdo hasta poner su muñeca a la altura de sus ojos.

-Son las 19:30- Respondió él mientras veía el reloj que ella tenía en su muñeca, sin dejar de sonreír. Ella muy sonrojada murmuró un “gracias” mientras se alejaba corriendo de allí. Una luz incandescente la hizo darse cuenta que su locomoción había llegado. Suspiró para sus adentros mientras abordaba el vehículo.

No más fe y no más misterio
Así como el tiempo se cae lejos
Yo vivo mis días
Cada momento y la memoria
No sólo sobrevivir para morir vivo

Por la ventana echó un último vistazo al poste de la luz para convencerse de que tal vez todo había sido un delirio. Pero allí estaba el sonriendo, observando como se alejaba ella en el vehículo. La joven entonces dejó de observar y miró su muñeca izquierda enfadada. El segundero de su reloj de pulsera se movía lentamente como burlándose de su descuido.

La noche se iba haciendo más oscura a la vez que él se alejaba por un callejón cercano. A lo lejos apenas titilaban las luces de los postes. Él, sin dejar de sonreír pensaba:

-Hay gente que no aprende de sus errores- Y luego la oscuridad se lo tragó.

Muere vivo
Muere vivo




Autor: Gilly
Canción: Die Alive
Cantante: Tarja Turunen

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